miércoles, 2 de abril de 2014

LAS COSAS POR SU NOMBRE

Escribo este nuevo post porque ando un poco preocupado y necesito vuestra ayuda. Veréis, hace unos días vi un anuncio en televisión que,  sinceramente, me está quitando el sueño. Con lo tranquilo que vivía yo desde que hice el examen, ¡pues toma! La cuestión es que no paro de darle vueltas a lo que veo en ese anuncio y por más que busco no se corresponde con lo que me muestran mis sentidos. ¿Seré yo el único que le pasa esto? ¿Tendré algún tipo de problema? Por favor ayudadme. Os voy a poner una imagen y me gustaría que me dijeráis qué es lo que veis. La imagen es un tanto escatológica, aunque natural 100%. Ahí va: 

Mierda natural 100%. Tranquilos que NO es mía.

¿Qué véis? Porque yo por más que le doy vueltas no dejo de ver una mierda, como un castillo, pero una mierda al fin y al cabo. Ya, ya sé que tengo que tener un problema en mi intestino porque según lo que sale en el anuncio los demás os sentiréis más identificados con esta imagen ¿no?

Lo lógico, cagar flores.
No, no se me está yendo la cabeza, aunque a veces lo parezca. Abro el post de esta forma tan peculiar porque estoy hasta los cojones harto de ver anuncios de televisión donde el intestino parece una selva maravillosa con vegetación por todas partes. Y claro, falta decir que eso es la (para mí mal llamada) flora intestinal y ya tenemos el lío hecho. ¿Por qué no tratamos las cosas por su nombre? En el intestino no hay plantas, ni flores, ni Shakiras bailando. El intestino es lo que es, un tubo lleno de bacterias (principalmente el grueso) y de actividades enzimáticas por donde pasan los alimentos triturados para aprovechar los nutrientes y almacenar los desechos en forma de heces.

Y ya que sabemos esto, vamos a hacer un recorrido (a grandes rasgos) desde que el alimento llega al estómago hasta que sale por el culete para que tengáis una visión más clara de lo que ocurre aquí. 

Aparato digestivo.


Cuando comemos, y tras masticar bien, el alimento pasa al estómago donde sufre el primer gran proceso de digestión. Las paredes del estómago tienen una serie de células (parietales u oxínticas) que liberan ácido clorhídrico (HCl). ¿¿Ácido?? Sí, ácido. No sé si lo sabéis, pero en el estómago se alcanzan valores de pH muy bajos (en torno a 2) ¿Y cómo es posible esto sin que se dañe él mismo? Pues porque alrededor de las paredes internas del estómago se forma una capa protectora de moco que lo protege de la acción del ácido. Fijaos lo importante que es este mecanismo, que cuando falla por algún motivo, podemos sufrir una úlcera gástrica. El pH tan bajo activa una enzima que se llama pepsina, la cual se encarga de romper las proteínas de los alimentos en fragmentos más pequeños, facilitando la digestión posterior en el intestino.

Bueno, pues una vez que el estómago ha hecho su trabajo, toca pasar al intestino delgado. Este se divide en tres partes (duodeno, yeyuno e íleon) y la digestión principal sucede en la primera, es decir, el duodeno. A este llega un conducto donde confluyen los propios del hígado y el páncreas y desde donde se vierten al intestino tanto la bilis como el jugo pancreático. Pero vamos por partes, la superficie interna del intestino delgado está tapizada por una serie de células (enterocitos) en cuya superficie encontramos distintas enzimas como disacaridasas, peptidasas, DNasas, etc. ¿Qué es lo que hacen estas enzimas? Pues rompen los azúcares, péptidos, DNA, etc en unidades más pequeñas facilitando la absorción de estos compuestos hacia la sangre. Por su parte, la bilis procedente del hígado emulsiona las grasas facilitando su posterior absorción; y el jugo pancreático contiene bicarbonato (muy importante para neutralizar el contenido ácido procedente del estómago) y distintas enzimas que también actúan favoreciendo la digestión de los alimentos. 

El contenido va avanzando a través del intestino y se van absorbiendo la mayoría de los nutrientes procedentes del alimento que hemos ingerido. Ahora llegamos al intestino grueso, un tubo algo más ancho que el anterior cuya función principal ya no es la digestión, sino el almacenamiento y compactación de las heces. Visto así puede parecer que su función es un tanto simplona, pero nada más lejos de la realidad, la función del intestino grueso es muy importante, entre otras cosas gracias a que allí es donde se alberga la mayor parte de nuestra microbiota intestinal (la mal llamada flora intestinal). ¿Y qué es esa microbiota? Según el anuncio una selva frondosa o un campo de avena, según la realidad de los hechos una superficie plagada de bacterias, muchas bacterias, donde no hay rastro de plantas ni de Shakiras bailando. Juzgad vosotros mismos el siguiente video a ver si veis algun helecho, musgo o palmera por ahí. El que lo encuentre se lleva un premio.





No me voy a entretener en todo lo que hace la microbiota por nosotros, sólo voy a decir que cada vez se ve más la relación entre no tener una microbiota adecuada y alguna serie de enfermedades. De hecho, hoy día se están realizando transplantes fecales con el fin de solucionar una serie de enfermedades. Si os interesa el tema podéis encontrar más información en este magnífico post de @fontanagallego (Click aquí). 

Pues bien, con esto termino el post. Espero que os haya gustado y haber puesto las cosas un poco en su sitio. Así que ya sabéis, la próxima vez que veáis este tipo de anuncios en televisión, que no os engañen, la mierda es mierda, por más que la quieran pintar con flores.






Este post participa en la Edición XXXIV (edición del Sé) del Carnaval de Química cuyo anfitrión es Jesús Garoz Ruiz (@JesusGarozRuiz)   en su blog moles de química


 

Este post participa en la XXX edición del Carnaval de Biología que acoge Activa tu Neurona