jueves, 6 de marzo de 2014

¿¿¿Que está vivo???

A veces me sorprendo al ver la cara de alguna gente cuando le dices que el yogur que se están tomando está VIVO. ¿No lo habéis probado nunca? Pues hacedlo y encontraréis expresiones de todo tipo, eso sí,  la mayoría no muy agradables.

¿Y por qué digo que el yogur está vivo? Como imagino que sabréis el yogur se obtiene a partir de un proceso de fermentación de la leche. ¿Y quién fermenta esta leche? Pues nada más y nada menos que nuestras queridísimas bacterias. 



Al igual que ya vimos en otro post cómo las bacterias propias de nuestro cuerpo eran las responsables del olor desagradable del sudor (lo podéis ver aquí http://cienciaparatodos1.blogspot.com.es/2013/05/cuestion-de-olor.html), ahora nos vamos a centrar en otra faceta mucho más importante (para nosotros) de nuestras amigas microscópicas. Me estoy refiriendo nada más y nada menos que a la alimentación. Sí, señores, gran parte de nuestra alimentación básica se la debemos a las bacterias. Aunque no siempre son bacterias las implicadas (como en el caso del pan, vino o cerveza que se debe a levaduras), en el caso del yogur sí que son las responsables. 

Streptococcus thermophilus

No voy a hablar aquí de todo el proceso de fermentación y producción de yogur ya que estoy casi seguro de que más de la mitad de los lectores dejarían el post a medias; por eso sólo voy a añadir que las dos especies más utilizadas en la elaboración de este producto son Streptococcus thermophilus y Lactobacillus delbrueckii subsp. bulgaricus.




Lactobacillus delbrueckii
 Una de las dos cosas que pretendo es que quien se pase por este blog se quede con la idea básica de que el yogur es un alimento vivo producido y compuesto por bacterias. La otra va más en relación con lo que dije al principio, lo de las caras desagradables. No sé por qué predomina la idea entre la población de que todo lo que suene a bacterias es sinónimo de malo, al igual que lo que ocurre con la quimiofobia (o quimiotontería). Por tanto, quiero que quien pase por este post también se quede con la idea de que no todas las bacterias son malas, más bien al contrario, la mayoría son inofensivas y/o lo que es más importante, beneficiosas. 


Querido lector, mirate la punta de uno de tus dedos. Ahora fíjate en las líneas que forman tu huella dactilar. ¿Ves que forman una especie de surcos? Pues para que te hagas una idea, piensa que en cada uno de esos surcos hay miles de bacterias. Pero espera, antes de que vayas corriendo al baño a frotarte el dedo con un estropajo te interesará saber que la mayoría de esas bacterias forman parte de ti, y sin ellas estarías mucho más expuesto a que tu piel tuviera problemas. Con esto no quiero decir que no haya que mantener una higiene de manos adecuada, no mezclemos las churras con las merinas. 

Pues igual que en la piel ocurre en el intestino o en la boca. Las bacterias que se encuentran allí nos ayudan en múltiples cosas como la digestión de alimentos, la síntesis de vitaminas o la protección frente a infecciones por microorganismos patógenos. Por eso es importante no asociar siempre bacterias con enfermedad, ya que estaríamos cayendo en un error bastante grande. 

Bueno, pues espero que con estas pinceladas hayan quedado claras las dos cosas, que el yogur es un alimento vivo compuesto por bacterias, y que no hay que pensar en las bacterias como agentes dañinos, sino como nuestras amigas sin las cuales no seríamos lo que somos.